Matando el tiempo

Me senté a la orilla de aquel negro lago, mi lugar favorito. No es que la zona fuese muy "alegre", por decirlo de algún modo, ya que el color oscuro concedía al resto del sitio un aspecto siniestro y maquiavélico, como si te fueses a encontrar en cualquier momento con el peligro. Eso me encantaba. Además, así no tendría que encontrarme, si iba un sábado por la mañana, con niños jugando y haciendo estupideces en el lago.

De la bolsa, saqué un libro grueso, con la tapa negra y las letras rojas. Era antiguo, de la Edad Media, creo, no muy conocido, ya que el autor era de por si muy enrevesado y lioso. Trataba de romances, engaños, mentiras, traiciones, nada de embelesamiento, sino me hubiese repelido. Perfecto para mí.